lunes, 20 de abril de 2009

De Narváez pasó por Villa Independencia con acento peronista


Cuando llegó Francisco De Narváez al centro de jubilados de la calle Arana y Goiri al 900 de Villa Independencia, había corrido mucha agua bajo el puente.
Como solemos decir los periodistas: nunca tardes demasiado en un acto. Nos aburrimos y comenzamos a ver cosas que de otra manera, tal vez por estar camufladas o por la rapidez de editar la nota, dejamos de lado.
De Narváez llegó con un restraso de aproximadamente 1 hora y media. Y en ese lapso pudimos dialogar con diferentes referentes, vecinos, militantes y ver, más que nada el abismo del denominado "mundo De Narvaéz" y la militancia lisa y llana.
Por un lado estaban muchas mujeres, todas militantes viejas y nuevas que hablaban, se reían, hacían bromas sobre temas particulares. Pero no se las escuchaba hablar de política.
Por el otro lado, separados como el agua del aceite, los muchachos del colorado: con palms, iphone a rolete, buenos perfumes y linda ropa. Obviamente no se conocían ni se juntaban.
En medio se observaba al más nuevito del interbloque Unión por Lomas: el concejal Jorge Ferreyra, quien fue uno de los primeros en llegar y además, uno de los que más se aburrió en la espera. Ya se hablaba de la renuncia de Sandra, su hermana, como delegada del barrio San José en el este de Temperley.
Al ingresar a la casa entramos a una pequeña habitación con varios muñecos de peluche, y una computadora con la página del candidato a primer diputado nacional por Unión por Buenos Aires, contando los días que restan para la elección del 28 de junio.
Pasillito de por medio, había una habitación de 3 x 3 metros aproximadamente en donde estaban correctamente ubicados los corderitos: los llamo así porque esperan mansamente durante horas, sentados sin hacer ni mu.
En las paredes de uno y otro lado, los signos preferidos del PJ: las fotos del General y Evita. El bombo muy equilibradamente colgado y toda la sonrisa de los comensales al acto.
El color brillaba cada vez más y al alcanzr unas 200 personas llegó De Narváez, quién realmente me impresionó. Dejó el auto que lo traía a una cuadra, caminó con sus largas piernas por la calle polvorienta, y comenzó a abrazar y saludar a vecinos propios y ajenos. Algunas mujeres de edad lo chicanearon que había llegado tarde y con una eterna sonrisa y un abrazo cuál galán de novela, se compró a esa multitud añeja que no te deja pasar ni una por más que sea quien sea.
Dialogó, sonrió.
Parecía sentirse un "peronacho" de los de verdad, de esos de barrio con todo el respeto a los dirigentes ligados casi sentimentalmente con su pueblo. Luego hizo declaraciones a la prensa y se perdió por los laberintos de la casa para hablar con la gente.
Lo acompañaron el armador de la tercera, el ex diputado nacional Gustavo Ferri y el concejal Sebastián Leporace. También estuvieron los concejales Pablo Portell, Ricardo Mattiuzzi y Diego Cordera.
Se notó la ausencia del ultraduhaldista -chichista- el concejal Luis Ajmechet, quién forma parte del interbloque con estos concejales.
Una actividad peculiar en una barriada con carencias tremendas de infraestructura y con gente, que según dicen, está harta del cientelismo político.

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