Sin duda alguna que Gabriel Mariotto, el ahora candidato a vice gobernador bonaerense junto a Daniel Scioli por el FpV, fue quien más construcción política produjo en el armado de listas del oficialismo.
Primero porque no sólo es un candidato del momento como elegido mágicamente por la presidenta o el mismo gobernador; sino por que ostenta una larga trayectoria militante y últimamente por la celosa e inteligente defensa de la Ley de Medios Audiovisuales.
Mariotto, oriundo del barrio de Villa Galicia, Temperley, partido de Lomas de Zamora aseguró una serie de singulares procesos políticos con una mirada hacia el 2015, en principio.
El militante y dirigente político acompañó a varios gobernadores que fueron electos en nuestro país durante estos meses, sembró y dejó una semilla ya que nacionalizó la Ley de Medios y aprovechó ésa estrategia para la construcción política, como así también en la provincia de Buenos Aires y el país con el armado de un concepto aglutinador denominado Casas Compañeras.
Esas casas compañeras, tienen una particularidad; chocan contra el sistema instituido y los "punteros" de turno que ven malogrados sus intentos maníqueos; hablamos de una puesta en escena que tiene que ver con la ruptura de parte de un modelo de país que gobernó siempre a la política nacional: uno de esos puntos de ruptura es el clientelismo.
Todos los que esperan "prebendas" o dinero para manejar esas Casas Compañeras caen rápidamente en la desilusión.
No hay dinero para quién está involucrado y con conciencia por la defensa del modelo Nacional y Popular, dice la historia de éstas fundaciones.
Estamos mal acostumbrados a trabajar por contratos, un puestito o dinero.
También es cierto un estigma que hay que romper en la política: dirigentes adinerados, con un pasar económico y un futuro inmenso, mientras que militantes y actores de la politica deben mendigar y ser expectantes, tanto de lo que se "reparte" como de los cargos a designar.
Y eso le duele a muchos políticos pero hay que cambiarlo.
Que haya una ruptura del modelo clientelar pone en riesgo el mal manejo que muchos hacen de su poder. Traer una nueva mirada, una nueva generación que vuelva a tener fe, a creer en sus dirigentes va a costar mucho trabajo y años de sensibilidad social y apuesta al cambio.
Por eso, la dirigencia tanto oficial como opositora ha mirado con recelo la posición de Mariotto que construye hacia el 2015, a partir de llegar si es que así lo hacen, a la gobernación bonaerense en las próximas elecciones de octubre de 2011.
Atrás quedaron sus ansias por la intendencia de Lomas de Zamora; atrás quedó su paso por el decanato de la facultade Ciencias Sociales de la UNLZ; atrás quedó la subsecretaría de Medios de Nación y la conducción de la nave más difícil de pilotear y defender: Afsca, organismo nacional que puso en funcionamiento la Ley de Medios y que además, mostró de una manera real el enfrentamiento existente entre los monopolios mediáticos, encarnados por hóldings económicos, banqueros, políticos, empresarios y un Gobierno que está instalando un manto de igualdad, derecho y equidad más cercano a un modelo popular que al de unos pocos.
Esa construcción también tiene que ver con dirigentes que responden a su estructura política en diversos cargos electivos; diputados nacionales, senadores provinciales, concejales. El mariottismo guste o no, está comenzando a construir poder, cosa que muchos deberían imitar si desean crecer y dar soluciones a los problemas sociales, económicos y políticos del país.
Juventud, divino tesoro
Un punto que aún no se vislumbra claramente tiene que ver con el recambio generacional, si bien está poniéndose en marcha. Vemos a la presidenta Cristina Fernández de Kirchner elegir a un hombre joven para que la acompañe como vicepresidente; asimismo, la Primera Mandataria adujo que deseaba ser un puente entre ésta generación y la que vendrá; además, su hijo es un joven dirigente de la agrupación La Cámpora.
Lo que más explotó esta modalidad de participación de la juventud fue la muerte de Néstor Kirchner, ahí se vió lo que se había sembrado y Cristina quiere llevar bien alto ese mandato popular.
Sin embargo debo decir, que trasvasamiento generacional no significa partidismo; pertenecer o estar afiliado a un partido político no signfica ser militante; la militancia se hace en la calle, con la gente, el conocimiento de los barrios y sus problemáticas; y además se hace capacitándose.
Ser un intelectual de escritorio, no hace al militante, si lo forma, lo inserta en la discusión tanto teórica como práctica. Pero un militante sin experiencias ni historia "de la calle" no puede ver realmente la tarea de ese concepto que parece intangible.
Militante también es el que defiende, entre otras, una categoría social popular: la Justicia Social. Militante es el que no olvida a aquellos que lo bancaron cuando estuvo abajo y luego arriba convertido en dirigente gracias a miles de esfuerzos. Militante es el que defiende un gobierno popular y no va detrás de un cargo político como objetivo primordial, sino cuando es necesario para pasar a la etapa de conducción.
El militante político es un actor social que se mueve en el terreno politico, el cual tiene como guión el estudio, análisis e interpretación de la vida en sociedad y una vez que logró establecer el marco de referencia de su accionar se prepara para construir las herramientas de defensa del conjunto de las ideas.
El dirigente se mueve detrás de un cargo o puesto público anteponiendo el interés personal al colectivo. El militante en cambio se mueve detrás de las ideas, de los proyectos de Nación y se entrega de manera desinteresada al servicio público, con grandes sueños, sacrificios y duras luchas por el logro de la justicia y el bienestar social.
Necesitamos militantes utópicos, no dirigentes movidos por la necesidad de la subsistencia. La utopía deja de serla cuando se pone toda la voluntad y empeño al servicio de su realización.
Y en nuestro país, el modelo clientelar se pone a prueba no porque la oposición denuncie que hay "clientelismo" político porque ellos mismos hacen lo propio, sino porque puede existir un nuevo modelo superador que muestre con el ejemplo parea romper con ésta cultura de lo fácil y lo utilitario. Hay que humanizar más tanto al militante, al dirigente como al pueblo mismo.
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