Detrás de los monoblocks de Llavallol, partido de Lomas de Zamora, hay un corazón grande. El CSD Los Pinos nombre que toma de ése barrio populoso del sur del gran Buenos Aires. Muy humilde se encuentra entre la calle Pareta y Héctor Flores, que paradógicamente no se encuentra en los planos de calles y representa a uno asesinados en la Masacre de Pasco (1975) (ver debajo fragmento libro Patricia Rodríguez, La Masacre de Pasco).Lugar humilde, de gente obrera como su historia con raigambre de "tanos" en sus comienzos aparece éste CSD Los Pinos. Su presidente, Carmelo Catuscelli que de joven supo militar en el PC de antaño, un hombre muy cercano a las ideas socialistas. Por eso hoy y siempre luchó por su barrio, mejorar la calidad de vida de los vecinos y, en éste caso, de los chicos nuestros queridos pibes.
La propuesta del fútbol es la que sobresale, pero quieren ir por más. Agrandar sus expectativas deportivas, y como dicen todos los que entrevistamos en clubes "queremos darles un espacio a la juventud y los chicos, para sacarlos de la calle".
Se repite ésta frase como el eco en una montaña, de manera desesperada. Y los chicos acuden a ése llamado, junto con sus madres y padres.
Escuchá la entrevista con Carmelo que nos comenta que necesitan en éste barrio y en especial, el Club.
Junto con la campaña de deporte de Los Pinos, está Luz Sgrinzi. Una mujer con empuje que busca a partir de su tarea social llegar más personas. En éste caso realiza junto a Carmelo un convenio para sumar propuesta del CSD Los Pinos con la Casa Tony Mercado que inauguró el diputado Fernando Chino Navarro hace unos años. Muy cerca del club, apuestan a integrar actividades porque los más importantes es la unidad.
Ese día realizaban entrega de zapatillas para los pibes que no llegaban a comprarlas. La tarea es mucha, las cosas que se ven a diario parten el alma de cualquiera pero para éstos luchadores sociales el ánimo de ver a los pibes, mujeres y su barrio en pie los impulsa a seguir por mucho más.
La misma metodología de barbarie se repitió en todos los casos, los parapoliciales ingresaron violentamente, destruyendo puertas, ventanas. Allí capturaron a Héctor Flores, ex-secretario de la concejal Irma Santa Cruz, lo obligaron a ingresar a uno de los automóviles, mientras el resto del grupo revisaba la casa y se llevaba documentación y varios objetos de valor. Héctor Flores pertenecía a la agrupación “Patria soberana” de Osvaldo Mércuri. Militaba en el barrio Los Pinos de LLavallol, había participado y organizado sucesivas marchas al Ministerio de Bienestar Social, cuya autoridad máxima era El Brujo López Rega con el propósito de conseguir las escrituras de los departamentos.
Esa noche, Héctor Flores había sido convocado a una reunión en el barrio San José, no estaba organizada de antemano, recibió un llamado en la casa de su madre a último momento. Flores había sido el secretario de Irma Santa Cruz hasta diciembre de 1974, estaba en la casa de ella cuando irrumpió la patota. Intentó escapar, defenderse, pero se entregó sin oponer resistencia, porque temía por la vida de Héctor Ricardo, su hijo mayor, quien lo acompañaba y a quien tenían de rehén. La banda de la Triple A amenazó a Flores con matar al niño. Esto motivó la entrega sin resistencia. Padre e hijo se cruzaron cuando liberaron al muchacho quien comenzó a correr mientras escuchaba los tiros. El niño estuvo gran parte de la noche dando vueltas por Donato Álvarez. Pasaron más de treinta años y aún persisten, en su cabeza, imágenes traumáticas de aquella noche. Héctor Ricardo no habla, sólo gesticula. Los hermanos Flores viven en el mismo barrio de la infancia, pero ni remotamente se comunican, el horror los fragmentó.
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