(1898-1959)
** “La riqueza argentina es aparente, pues el capital extranjero invertido en nuestra tierra constituye una enorme hipoteca que succiona día a día la sangre de los argentinos” [Política Británica en el Río de la Plata, 1936]
** “Nuestra liberación será obra de nuestra constancia, de nuestra fe y de nuestro valor. Saber que se está construyendo una patria es un estímulo bien grande para nuestras pequeñas vidas. Mas no olvidemos que toda obra grande es producto de la acción, no de la meditación ni de la esperanza. La propiedad y la libertad se conquistan” [Política Británica en el Río de la Plata, 1936]
Homenaje a quien supo hacer de su labor intelectual un inestimable servicio para la Liberación Nacional, poniendo al descubierto las cadenas y los cerrojos que habían convertido a nuestra Patria en una colonia del imperialismo británico
BIOGRAFÍA
Nació en la ciudad de Corrientes, el 14 de febrero de 1898. Su adolescencia y su juventud transcurrieron entre la hegemonía liberal conservadora de la época y la experiencia radical yrigoyenista.
Numerosos factores lo llevaron a cuestionar el pensamiento colonial vigente en la época. En primer lugar, su militancia juvenil en un grupo llamado «Insurrexit», de orientación marxista, que le permitió descubrir la importancia de los factores económicos y sociales en el desarrollo histórico. En segundo lugar, su permanente deambular por el país por razones de ocupación, ya que era agrimensor. Dichos viajes le permiten trascender la «visión porteña del país», y le enseñan cómo viven y cómo sueñan sus compatriotas. A todo ello se le sumará un viaje a París, a los veintiséis años, del cual regresó hondamente decepcionado, pues encontró en la «Francia eterna» del «humanitarismo y los derechos del hombre» un enorme desdén por los latinoamericanos y una antidemocrática xenofobia de pueblo elegido.
Ya en Buenos Aires se vinculó a la revista Martín Fierro. En 1923 se inició como cuentista con La Manga. Fue periodista en La Nación, El Mundo y Noticias Gráficas, además de crear y dirigir el diario Reconquista. En esa búsqueda se hallaba cuando, en octubre de 1929, se desencadenó la crisis económica mundial. El capitalismo se desmoronó y millones de hombres fueron arrojados a la desocupación y al hambre. Los países desarrollados, envueltos en la crisis, se recostaron sobre los periféricos productores de materia prima. En éstos caen los precios de las exportaciones y baja el peso. Desocupación, hambre, tuberculosis, delincuencia y suicidios señalan en nuestro país el inicio de la «Década infame». En ese entonces publicó El hombre que está solo y espera, libro en el que ha creado un arquetipo del porteño: el hombre de Corrientes y Esmeralda.
LA DÉCADA INFAME
Luego del derrocamiento de Hipólito Irigoyen (1930), la Argentina se convierte en el país vasallo del Imperio inglés («sexto dominio del Commonwealth británico», dirá un ministro de la época). Ante ello, Scalabrini Ortiz emprende la tarea de demostrar la verdadera realidad nacional. Así, a partir de 1932 inició la tarea de toda su vida, a través de la cual se puso en marcha el pensamiento nacional, dormido desde hacía décadas.
La incógnita sobre «cómo es posible que en un país como la Argentina, productor de carnes y cereales, haya hambre» obra como disparador inicial de la investigación que lo lleva a inventariar nuestras riquezas (ferrocarriles, frigoríficos, puertos, etc.) estudiando en cada caso quién es el propietario de los mismos, para llegar a la conclusión que los argentinos nada poseen, mientras el imperialismo inglés se lleva nuestras riquezas a precios bajísimos y nos vende sus productos encarecidos, mientras los ingleses nos succionan a través de seguros, fletes, dividendos, jugosa renta producto de su dominio sobre los resortes vitales de nuestra economía. Fruto de este estudio será Política británica en el Río de la Plata (publicado en 1936).
En 1933 es desterrado a Europa, como consecuencia de su participación en la Revolución Radical de Paso de los Libres (Corrientes). Desde allá advierte aún más el grado de sometimiento argentino al imperio, pues lo que los diarios ocultan en la Argentina, se divulga en Alemania o Italia, especialmente debido a las rivalidades inter-imperialistas. «Somos esclavos de los ingleses», se repite una y otra vez ya absolutamente convencido de que sus cifras son ciertas e irrefutables. Desde Alemania, en 1934, escribe sus primeros artículos en los que aborda en profundidad el problema clave de todo país semicolonial: la cuestión nacional.
EL PROBLEMA DE LOS FERROCARRILES
Poco después, en 1935, ya de regreso del exilio, se lanza decididamente a la lucha contra el imperialismo británico. Desde el periódico Señales y desde FORJA (Fuerza de Orientación Radical de la Joven Argentina), juntamente con Gabriel del Mazo, Arturo Jauretche, Homero Manzione, Amable Gutiérrez Diez y Héctor Maya, condena uno a uno todos los decretos de la entrega. A través de conferencias, libros y artículos periodísticos, no cesa un instante en denunciar la expoliación imperialista. Así, Scalabrini Ortiz se convierte en el gran fiscal de la entrega. Pero por sobre todos estos negociados, él apunta decididamente a la clave del sistema colonial: el ferrocarril. Esos rieles tendidos por el capital extranjero son «una inmensa tela de araña metálica donde está aprisionada la República». Es a través del ferrocarril que nuestra economía se organiza colonialmente para entregar riqueza barata en el puerto de Buenos Aires a los barcos ingleses y es a través del ferrocarril, con sus tarifas, que el imperialismo destruye todo intento industrial en el interior, asegurando así la colocación de la cara mercadería importada.
Durante esos años se sumerge en la historia nefasta de esos ferrocarriles y paso a paso desnuda la verdad: que los ingleses trajeron capitales ínfimos, que aguaron esos capitales a través de reevaluaciones contables dirigidas a inflar los beneficios, concedidos como porcentajes fijos sobre el capital, que quebraron todo intento de comunicación interna que no fuese a dar a Buenos Aires, que subieron y bajaron las tarifas, según sus conveniencias, para boicotear alas industrias nacionales que compitiesen con la mercadería traída de Londres, que obtuvieron miles de hectáreas de regalo junto a las vías, que no cumplieron función de fomento alguna en las provincias pobres, que hundieron unos pueblos y levantaron otros torciendo el trazado de las líneas según sus intereses y los de sus socios: los oligarcas. En diversos textos expondrá en detalle la problemática ferroviaria: Historia del Ferrocarril Central Córdoba (1938), Historia de los Ferrocarriles (1938), Historia de los Ferrocarriles Argentinos (1940), Los ferrocarriles deben ser del pueblo argentino (1946).
Allí reside, para él, el verdadero cáncer de nuestra soberanía y en torno a él han crecido las restantes enfermedades que han terminado por hundirnos: la moneda y el crédito manejado por la banca extranjera, el estancamiento industrial, la no explotación de la riqueza minera, ni de la hidroelectricidad, la subordinación a barcos, tranvías y restantes servicios públicos extranjeros, la expoliación de los empréstitos a través del interés compuesto. «Somos una Argentina colonial, queremos ser una Argentina libre» reclama junto a Jauretche y sus compañeros de FORJA. Pero el boicot del silencio cae sobre ellos. La superestructura creada por el imperialismo se cierra ahogando a las voces nacionales.
EL PERONISMO
A mediados de 1944 conoce personalmente en La Plata a Juan Domingo Perón, a quien ya le sugiere la nacionalización de los ferrocarriles.
El 17 de octubre de 1945, Scalabrini forma parte de la multitud que irrumpe en nuestra historia para iniciar una Argentina nueva. Ese día, se convence de que esos hombres, a los que llama "esos de nadie y sin nada", son los que conducirán al país hacia su nuevo destino: «... Era el subsuelo de la patria sublevada. Era el cimiento básico de la Nación que asomaba por primera vez en su tosca desnudez original....Eran los hombres que 'estaban solos y esperaban', que iniciaban sus tareas de reivindicación».
Luego que Perón asume la presidencia de la Nación, Scalabrini presenta varios trabajos atinentes a la nacionalización de los ferrocarriles, pero no acepta cargos en el gobierno. Considera que su lugar está en el llano, opinando, fiscalizando, apoyando, pero, después de tantos años de oposición, no se considera un «hombre de construcción». Una nación económicamente libre, socialmente justa y políticamente soberana deja atrás, como un triste recuerdo, a aquella colonia de los años treinta. Las consignas lanzadas por FORJA, a veces casi con las mismas palabras, son coreadas ahora por la multitud. Pero él se retira de la vida pública y se dedica a plantar álamos en las costas del Paraná. No acepta cargo alguno de gobierno (le ofrecen la presidencia de Ferrocarriles Argentinos), aunque apoya la obra de gobierno peronista a través de libros y conferencias.
Carta de Juan Domingo Perón a Raúl Scalabrini Ortiz (Marzo de 1958)
Al señor Raúl Scalabrini Ortiz
Buenos Aires
Mi Querido Amigo
He leído con profunda emoción su carta del 28 de febrero contestación a la que yo le dirigiera. En ella, usted expone puntos de vista sobre la política Argentina que no están contaminados por egoísmos personales ni partidistas, sino que responden a una inmensa pasión patriótica.
Coincido plenamente con esas opiniones, y a tal respecto creo que dos documentos que usted seguramente conocerá traducen esa identificación de pensamiento, el mensaje a todos los peronistas y las directivas dirijan a los comandos tácticos peronistas de 6 y 10 de marzo respectivamente. Allí he fijado una conducta que responde a las necesidades del país desoyendo toda incitación a la violencia sin sentido o ductilidad oportunista.
El peronismo tiene una misión histórica que cumplir, y de allí no se apartara. Toda su táctica esta subordinada a los grandes objetivos que justificaron su aparición y que confirman su vigencia, por lo que la búsqueda de minúsculos dividendos de politiquería inmediata es ajena a la esencia y a la razón de ser del movimiento.
En tal sentido, he comprometido el apoyo del movimiento a un programa de restauración nacional y popular que se comprometió a cumplir el nuevo presidente. Mientras él haga fe a su palabra, no tendrá que estar cuidándose las espaldas mientras lucha con el enemigo de afuera: de ese me encargo yo. Tengo una esperanzada confianza en que no obstante el mediocre entourage político del Dr. Frondizi se mantendrá a la altura de las gravísimas circunstancias nacionales. En su elenco figuran hombres que siempre han combatido en las filas de lo antinacional, lo cual no han sido obstáculo para que nosotros los consagráramos con nuestro voto para la alta función publica. Esa es la demostración de que esperamos que prevalezcan las posiciones enunciadas por Frondizi, por sobre la conjuración de los mediocres que intentaran desviarlo de los objetivos nacionales libertadores. Hemos hecho lo que debíamos y seguiremos haciéndolo, solo nos resta entonces encontrar idéntico espíritu por parte del nuevo mandatario y el coraje para despreciar las incitaciones al compromiso, al hedonismo y a equilibrios mezquinos.
Como usted me dice de la clase media es atinado y oportuno. El fenómeno que se produce en América Latina es el de una clase media con más sentido clasista que el proletariado. Los obreros tienen mas claramente fijado el concepto de la integración nacional y de la necesidad de presentar un frente unido al adversario común. Las clases medias en cambio, tienen extraordinaria tendencia a concentrar su espíritu combatiendo en antagonismos internos y artificiales a menudo creados y siempre alentados por la propaganda imperialista. Es evidente que sectores cuya suerte está unida indisolublemente a la clase trabajadora tiene su vista puesta sin embargo en la oligarquía, que por su interrelación con el imperialismo esta marginada de los anhelos y las necesidades nacionales.
Las causas de este contrasentido son numerosas, y han sido analizadas por algunos escritores que siguen los asuntos del país. Pero entre esas causas ocupa un lugar preponderante la propaganda de la ¨”intelligentzia”. Usted es uno de los intelectuales Argentinos que siempre vio claro, y denunció al enemigo real, dando su ubicación y detallando los disfraces que adopta para predicar la desintegración del país. El peronismo fue el primer movimiento politico-social que entabló la lucha en los verdaderos términos del conflicto. Nuestro antiimperialismo fue práctico y efectivo, adecuado a la realidad y no a declamaciones teóricas. Eso que el pueblo sabía, después del 16 de septiembre de 1955 lo comprendieron algunos intelectuales que ahora buscan sumarse a la corriente nacional y popular en la que siempre estuvo enrolado.
De manera que no soy yo con una carta quien lo hace entrar en la historia, si no su obra incansable, su vocación patriótica y su sacrificada trayectoria, nosotros siempre lo consideramos de los nuestros, y cada una de sus líneas es un aporte al movimiento peronista que valoramos debidamente y apreciamos como parte de nuestro acervo.
No reconsideraré el pedido que formula, porque él estaba supeditado a sus modalidades. Usted ejerce una jefatura espiritual innegable, no le pido que la transforme en un mandato político, sino que la emplee para nuclear esfuerzos y para evitar dispersiones que no responden a la realidad. En el campo intelectual, como en los demás frentes de lucha, se han ido conformando bloques antagónicos e irreconciliables que libran batallas enconadas y continuaran combatiéndose implacablemente. Nosotros no queremos apaciguamiento ni transacciones ni eclecticismos de conveniencias con lo que representa intereses antinacionales y antipopulares. Pero jamás ahondaremos divisiones con quienes están en la línea de pensamiento que sobrepone los intereses de la patria a toda consideración de otra índole. Lo que sobran son puestos para esta lucha, que nadie se aleje de ellos por incomprensión, por suspicacias, por plantear mal las cuestiones.
En esa obra de persuasión es que reclamo su concurso para que aclare panoramas que algunos no ven con nitidez, para que termine con fricciones y antagonismos artificiales. La historia tiene sus fueros y siempre los hace valer, las soluciones para el país son peronistas y quienes no lo comprendan giraran en el vacío, lo cual a su vez impone a nuestro movimiento la obligación de desechar sectarismos absurdos y planteos miopes para constituir la gran fuerza que integre los empeños para realizar el gran destino nacional. Seremos intransigentes hasta cualquier extremo en la preservación y la defensa de los ideales, pero jamás mezquinos guardianes de las formas sacrificando objetivos a diferencias tácticas.
La etapa que se abre con las nuevas condiciones políticas creadas por el triunfo popular el 23 de febrero requerirá de nosotros una acción vigilante y enérgica al mismo tiempo que dúctil para adaptarse a las variantes de circunstancias.
La masa tiene disciplina y madurez, lo mismo que muchos cuadros del movimiento que se han templado peleando en las condiciones mas adversas. Queremos que los intelectuales también cumplan adecuadamente las funciones que los destina su actividad. Nadie mejor que usted para decir la palabra orientadora y llevar el mensaje que los alinea para mejor defensa del programa que el país reclama.
Yo parto en un corto viaje, a cuyo regreso volveré a escribirle. Le ruego mantenga contacto con el Dr. Cooke, que ha conversado conmigo largamente sobre todos estos temas y esta compenetrado de mi pensamiento sobre estas y otras materias.
Hasta entonces, le reitero mi amistad y afecto, lo abraza
Juan Perón.
Fuente: ENCUENTRO NACIONAL, POPULAR Y CRISTIANO
AGRUPACIÓN ESTUDIANTIL «HOMBRE NUEVO»
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