El Caso Irina: aferrarse y creer

María Laura no es cualquier enfermera, aunque todas son dignas por las tareas nobles y de entrega que realizan a menudo.

Y no es cualquiera porque además de trabajar en la secretaría de Salud de Lomas de Zamora tiene una luz especial que la guía a ella y a los que la acompañan a llevar tareas poco comunes.

Puedo comentar muchos casos en lo que María Laura Williams intervino para salvar la integridad física y espiritual de muchos lomenses desde enfermedades temibles como lo es el Sida, niños con hidrocefalia o una situación que nos llenó el alma de amor pero también nos movió hasta las lágrimas; el caso de Irina, una niña de 10 añitos de Villa Independencia con una enfermedad terminal.

La historia

Sara es amiga de Gimena, la mamá de Irina. La nena estudia en el Enam un colegio prestigioso de Banfield. Para no ser extenso quiero poner en la voz de Sara lo que pasó con su pedido al secretario de Salud comunal, el Dr. Palacios.

Al comentarle que Irina sufre de una enfermedad terminal, que los médicos del Hospital Garrahan le recomendaron una internación domiciliaria porque la nena se "componía" junto a su familia y amigos; la respuesta fue llama la atención: "La municipalidad no está en condiciones para poner 5 enfermeras por semana". Aquí el audio de la nota con ella en donde habla de lo que sucedió.

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La Luz en el camino

La suerte o el destino del trabajo cotidiano al caminar los barrios, escuchar y ver las necesidades y pedidos de los vecinos hizo que conociera a María Laura Williams; con sus videos a cuesta sobre la contaminación, sobre las campañas de vacunación en Lomas que junto a otros realiza en diferentes barrios, el recuerdo de los Veteranos de Guerra de Malvinas o el Golpe Militar quiere llamar la atención sobre las cosas que le preocupan; esos mimos videos, me mostraron un talento especial para la vida, y una sensibilidad extraordinaria por su gran amor por los chicos; esto me hizo creer, hizo que pensara y me pusiera en el lugar de esos papás que sufren con su hija enferma.

Y ahí estaba la prueba para María Laura y la consiguió porque es toda voluntad y empuje. Habló con sus superiores, movió cielo y tierra a través de mensajes y de los sitios sociales. Y así, a través de la mano de Gastón Solimini, actual director de Atención Primaria, se logró el objetivo: que Irinia tenga su atención domiciliaria.

Una ambulancia UTI apareció en Villa Independencia con médico y enfermera y se dispuso que le darían atención tres veces por semana como lo había pedido. Asimismo quedó a disposición de los padres el teléfono del director de ambulancias para trasladarla por cualquier problema a cualquier hora.

Qué sería de los funcionarios, me preguntaba, si no tuvieran entre sus trabajadores a estos corazones, miles de ellos anónimos en la mayoría de los casos que les resuelven temas profundamente difíciles como la salud, esa salud rota que tiene a una luchadora, Irina, que quiere aferrarse a la vida.

Qué sería de la sociedad sin estos corazones abiertos, humildes, estos militantes sociales que lejos de pretender laureles personales y aunque lo merezcan con creces, navegan muchas veces entre mares furiosos y funcionarios perdidos en sus oficinas y problemas personales.

Pero claro, tanto Sara como María Laura, que sólo son reconocidas por los niños, por los ancianos, por vecinos anónimos, que no visten elegantes vestidos ni trajes de noche, que no viajan en autos últimos modelos, tal vez crean que pasan desapercibidas ante la sociedad. Y no es así, son la luz de este modelo que muchas veces excluye.

Sin embargo, el Intendente Insaurralde, tiene mucha suerte de tener muchas María Laura seguramente y ella confía en él como conductor y administrador municipal. Porque siente que tiene respuestas, que tiene pedidos cumplidos y puede resolver, así, desinteresadamente como lo debe hacer cualquier ciudadano de buen nombre.