domingo, 7 de noviembre de 2010

El Cerebro del Mundo: el Council on Foreign Relations (C.F.R.)

Formado a los pocos años de finalizada la Primer Guerra Mundial, el Council on Foreign Relations - "CFR" (Consejo de Relaciones Exteriores) - ha hecho sentir su poderosa influencia sobre un conjunto de hechos clave que han marcado la historia de este siglo y que han conducido al mundo al estadio crítico de un "Nuevo Orden Mundial" autocrático, que hoy se erige detrás de la fachada de la "globalización".

Primeros tiempos -
Corría el año de 1919, cuando un grupo compacto de influyentes banqueros, abogados, políticos y académicos - todos ellos participantes de las conversaciones entre los Aliados vencedores y las Potencias Centrales derrotadas en los campos de batalla europeos - reunidos en el Hotel Majestic de París, tomaron una decisión trascendental: formar un "banco de cerebros"; una suerte de "club de caballeros" o logia desde la cual diseñar un nuevo orden mundial que debía acomodarse a los intereses colonialistas anglo-norteamericanos de aquel entonces. En Londres, este think tank habría de denominarse el Royal Institute of International Affairs (RIIA), mientras que en los Estados Unidos tomaría el nombre de Council on Foreign Relations (CFR), con sede en la ciudad de Nueva York. Ambas organizaciones portaban el claro sello ideológico del socialismo gradual como eje de control colectivo, que propugnara la Sociedad Fabiana financiada por el Round Table Group del magnate sudafricano Cecil Rhodes y la familia de financistas cosmopolitas Rothschild.

Al CFR también le aportarían su apoyo y financiación las más pudientes y poderosas familias estadounidenses como Rockefeller, Mellon, Harriman, Schiff, Kahn, Warburg, Loeb y Carnegie (ésta última, particularmente a través de su organización precursora del CFR, la Carnegie Endowment for International Peace).

Desde un principio, el CFR contó con un periódico que, aún hoy, sigue siendo la publicación más prestigiosa de los Estados Unidos en materia de análisis político: Foreign Affairs. Entre sus primeros directivos, hallamos a hombres de la talla de Allan Welsh Dulles, uno de los mayores exponentes de la comunidad de inteligencia y espionaje estadounidense que consolidaría la estructura de la CIA, al periodista Walter Lippmann, director-fundador de The New Republic, a los banqueros Otto H. Kahn, y Paul Moritz Warburg, éste último, nacido en Alemania y emigrado a los Estados Unidos, ya en 1913 había diseñado y promovido la legislación que conduciría a la creación del Federal Reserve Bank que hasta nuestros días ejerce el control de toda la estructura financiera estadounidense. Al finalizar la Segunda Guerra Mundial, este Banco de la Reserva Federal se vería complementado por el Fondo Monetario Internacional y el Banco Mundial, también creaciones de miembros del CFR, que en su conjunto controlan el actual sistema financiero globalizado.

Serían personeros del CFR, con el geógrafo y presidente de la American Geographical Society Isaiah Bowman como su primer director , quienes redibujarían el mapa de Europa tras la Primer Guerra Mundial, el mapa que tantos trastornos traería en las décadas subsiguientes. Serían dos economistas del CFR, Owen D. Young y Charles Dawes, quienes durante los años veinte diseñarían e impulsarían los planes de "refinanciación" de la deuda de guerra impuesta a Alemania por el tratado de Versailles. Fueron altos directivos del Banco de la Reserva Federal quienes generaron las distorsiones monetarias que ayudaron a desatar la crisis financiera de 1929. Serían personeros del CFR quienes presionarían sobre la opinión pública - a través de los poderosos medios de difusión bajo su control como las cadenas radiales NBC y CBS y los periódicos Washington Post y New York Times, para quebrar la neutralidad estadounidense ante la nueva guerra desatada en Europa a partir de 1939, diseñando sus políticas exteriores.

La Segunda Guerra Mundial -
Durante esta contienda, en la que Estados Unidos recién participaría formalmente hacia fines de 1941, miembros del CFR conformaron el War & Peace Studies Group que se integró lisa y llanamente al Departamento de Estado norteamericano diseñando sus políticas hacia el Japón y Alemania y luego comenzando a preparar otro "nuevo orden mundial" para después de la previsible victoria Aliada. De esta manera, el CFR diseñó y promovió la creación de las Naciones Unidas como instancia de administración política mundial y algunas de sus agencias económicas clave como el FMI y el Banco Mundial, a través de miembros como Alger Hiss, John J. McCloy, W. Averell Harriman, Harry Dexter White y otros.

Terminada aquella contienda, el Presidente Harry Salomon Truman instauraría la conocida doctrina de seguridad nacional que toma como punto de partida la doctrina del containment - contención del expansionismo soviético - propuesta por otro miembro del CFR a la sazón embajador en Moscú: George Kennan, en un famoso artículo aparecido en las páginas del Foreign Affairs y firmado "X", como así también la directiva NSC68 del National Security Council redactada por Paul Nitze, del CFR. Otro tanto fue el caso del asíl lamado "Plan Marshall", diseñado por un grupo de trabajo del CFR y ejecutado por W. Averell Harriman.

Estructura de Poder -
Esta organización tan poco conocida y sin embargo tan influyente ha ido creciendo en influencia, prestigio y amplitud de ámbitos de acción; ya en nuestros días, podemos decir que conforma el auténtico "cerebro del mundo" que direcciona el rumbo complejo e incierto hacia el que se empuja al planeta entero. No existe pueblo, región o segmento económico, social o político que pueda extraerse a su influencia y es precisamente el hecho de haber logrado permanecer "detrás del telón" lo que le otorga al CFR su inusitada fuerza. Hoy, el CFR conforma una organización discreta de muy bajo perfil público y de alta efectividad, integrada por unos 3.600 miembros del más alto calibre, prestigio e influencia en sus respectivas disciplinas y ámbitos de poder.
De esta manera, reúne a altos directivos de instituciones financieras, colosos industriales, medios de comunicación social, investigadores y académicos, altos oficiales militares, políticos, funcionarios públicos y decanos de universidades, facultades y centros de estudios. Sus objetivos fundamentales consisten en identificar y evaluar amplios conjuntos de factores políticos, económicos, financieros, sociales, culturales y militares que abarcan toda faceta imaginable de la vida pública y privada de los Estados Unidos, de sus Aliados y del resto del mundo. Hoy, gracias al enorme poder de Estados Unidos, ese ámbito de análisis del CFR abarca al planeta entero.
Sus investigaciones y evaluaciones son realizadas por los distintos investigadores y grupos de trabajo conformados dentro del CFR que se dedican a identificar amenazas y oportunidades, evaluar fuerzas y debilidades y realizar amplias planificaciones estratégicas, tácticas y operativas en todos los ámbitos a los que nos hemos referido. Aunque estas intensas, profundas y efectivísimas tareas se realizan dentro del ámbito del CFR, la clave para comprender su accionar radica en el hecho de que jamás es esta organización en sí la que opera, sino que son sus miembros individuales los que lo hacen. Y ello siempre desde sus ámbitos formales de acción y poder: empresas, bancos, instituciones internacionales, gobiernos, universidades, fuerzas armadas y medios de comunicación social. Jamás invocan o siquiera aluden al CFR.

Y esos ámbitos naturales de poder son, por demás, muy poderosos, ya que hoy encontramos entre sus miembros (y mencionamos al azar tan sólo un ínfimo puñado de ellos ) a figuras como: David Rockefeller, Henry Kissinger, Bill Clinton, la ex-secretaria de estado Madeleine Albright, el especulador internacional George Soros, el juez de la corte suprema Stephen Breyer, Laurence A. Tisch (presidente de la cadena Lowes/CBS), el secretario de estado Gral. L. Colin Powell, Jack Welsh (presidente de General Electric Company), la asesora de seguridad nacional Condoleeza Rice, W. Thomas Johnson (presidente de CNN), Katherine Graham (presidenta del grupo Washington Post / Newsweek / International Herald Tribune), Richard Cheney (vicepresidente y ex-secretario de defensa durante la Guerra del Golfo y luego presidente de la petrolera Halliburton), George Bush, Samuel "Sandy" Berger (asesor del presidente Clinton en seguridad nacional), John M. Deutch (director de la CIA), Alan Greenspan (gobernador del Banco de la Reserva Federal), James D. Wolfensohn (presidente del Banco Mundial), Paul Volcker (presidente del CS First Boston Bank y ex gobernador de la Reserva Federal), William Rhodes (vicepresidente ejecutivo de CitiGroup y presidente de la Americas Society) John Reed (director del Citibank), los economistas Jeffrey Sachs, Paul Krugman y Lester Thurow, el ex-secretario del Tesoro, ex-presidente de Goldman Sachs y hoy director del CitiGroup Robert E. Rubin, el ex-secretario de Estado del presidente Reagan y "mediador" en el conflicto de Malvinas, Gral. Alexander Haig, el "mediador" en el conflicto de los Balcanes Richard Holbrooke, el presidente de IBM Louis V. Gerstner, el senador demócrata por el estado de Maine George J. Mitchell, el diputado republicano Newt Gingrich, entre otros.

En el mundo de los negocios, de las 500 mayores empresas del ranking de la revista Fortune (las así llamadas Fortune 500), todas tienen algún alto directivo que es miembro del CFR. Estas empresas facturan en su conjunto casi dos veces el PBI de los Estados Unidos, concentran la mayor parte de la riqueza y poder en ese país y controlan tecnologías y recursos clave en todo el planeta. En su conjunto, emplean a más de 25.000.000 de personas en Estados Unidos.

Aquí, entonces, hallamos la clave de la alta efectividad del CFR, por cuanto aquellas decisiones y planificaciones que se realizan y acuerdan durante sus reuniones, conferencias y grupos de trabajo a puertas cerradas son luego ejecutadas por sus diversos miembros desde sus ámbitos formales de poder. ¡Y qué ámbitos de poder que son éstos! Si existe un conjunto de planes acordados respecto de, digamos, la globalización de la economía y de las finanzas, o cuáles regiones del planeta tendrán paz y prosperidad y cuáles se hundirán en sangrientos conflictos, entonces se puede suponer que la acción coordinada de personalidades como el presidente de la nación, sus secretarios de estado, defensa, comercio y tesoro, de los principales banqueros y financistas, capitanes de industria, directivos de medios de difusión, militares y académicos, habrá de resultar en acciones concretas, efectivas y, por cierto, irresistibles.

Pues para comprender como funciona realmente el mundo actual resulta preciso diferenciar el poder formal del poder real. Lo que los medios de difusión nos transmiten con altísimo perfil público todas las noches en los noticieros de televisión y todas las mañanas en los diarios no es otra cosa que los resultados visibles y concretos de las acciones de las estructuras del poder formal: especialmente los gobiernos nacionales y la estructura tecnocrática y supranacional de las finanzas y las empresas. Pero el poder real es aquél que de manera menos visible planifica y decide qué va a ocurrir cuándo, dónde y quiénes lo ejecutarán.

Y siendo que Estados Unidos es hoy la única superpotencia del planeta, resulta razonable suponer que esta estructura de poder mundial - pues de ello se trata - administra su gobierno mundial transitoriamente desde el propio territorio y estructura política y económica de los Estados Unidos. Ello no implica que el pueblo estadounidense necesariamente forme parte de este esquema, sino que lo conforman sus elites y clase dirigente. Se trata, entonces, de poderes que operan dentro de Estados Unidos (como también lo hacen dentro del Reino Unido, Francia, Alemania, Japón, España, Argentina, Brasil y Corea), pero no necesariamente pertenecen a los Estados Unidos (como sus contrapartidas en otras naciones tampoco representan a esos pueblos, ni obedecen necesariamente a sus necesidades e intereses).

Para comprender cómo funciona Estados Unidos, conviene recordar que sus políticas - especialmente su política exterior - se administran desde Washington DC (ellos mismos se refieren a su gobierno como "The Administration"), sede del poder formal; sin embargo, el verdadero gobierno estadounidense rige desde Nueva York, sede del poder real. Ello es comprensible puesto que el poder real requiere de continuidad y consistencia para poder llevar a cabo complejas estrategias en el espacio y en el tiempo que abarcan a todo planeta y se proyectan a través de décadas enteras. Y no hay nada peor para la continuidad y consistencia en el diseño y ejecución de estrategias políticas, económicas, financieras y sociales que el sistema democrático, el cual con su alto perfil público obliga a dirigentes a dar permanentes explicaciones al demos a cada paso.

Cuánto mejor resulta operar discretamente, desde lo que formalmente es un mero gentlemen's club como el CFR, del que hombres poderosos e influyentes son miembros, directivos o incluso presidentes durante décadas enteras sin tener que rendirle cuentas a absolutamente nadie, fuera de sus pares dentro de la propia organización. Así, 3.600 poderosas personas pueden ejercer una influencia gigantesca sobre incontables miles de millones de seres humanos en todo el planeta.
Se trata, en rigor de verdad, del eje central de una verdadera red de hombres y mujeres poderosos, ya que el CFR es complementado por otras organizaciones análogas tanto estadounidenses como internacionales: The Hudson Institute, The RAND Corporation , The Brookings Institution, The Trilateral Commission , The World Economic Forum, Aspen Institute, American Enterprise Institute, Deutsche Gesellschaft für Auswärtigen Politik, y el Carnegie Endowment for International Peace, entre otros.

Todos estos think tanks o bancos de cerebros como se los denomina en el país del norte reúnen a los mejores hombres en sus respectivos campos, a condición de que estén claramente alineados con las premisas básicas de sus objetivos políticos: la creación de un gobierno mundial privado, la erosión sistemática de las estructuras de todos los estados-nación soberanos (¡aunque no de todos de la misma manera ni al mismo tiempo, se entiende!), la estandarización sociocultural, la imposición de un sistema financiero globalizado especulativo-usurario y la administración de un sistema de guerra global que mantenga la cohesión de las masas a través del permanente azuzamiento contra algún "enemigo", sea éste real o imaginario.

De manera que para comprender al mundo, bien vale la pena evaluar y analizar lo que hace, dice y propaga el CFR. Pues muchas de sus actividades no son secretas, sino meramente discretas. Cualquier persona que visite su sede en la residencial Park Avenue, esquina calle 68 de la ciudad de Nueva York, como lo ha hecho el autor de la presente nota, podrá solicitar un ejemplar de su último Annual Report en el que figuran descripciones oficiales de sus actividades y la nómina de sus más de 3.600 miembros. De manera que la información está allí. Luego está en nosotros tomarnos el trabajo de correlacionarla con otros datos relacionadas con estas mismas personas e investigar la manera en que a lo largo de este siglo el CFR - solo o en coordinación con otras organizaciones hermanadas - ha ejercido determinante influencia sobre la más amplia gama de corrientes ideológicas, eventos políticos, guerras, fenómenos de acción psicológica, crisis económicas y financieras, encumbramientos y defenestraciones de personalidades de alto relieve y otros hechos impactantes - muchos claramente inconfesables - que han marcado el rumbo de la humanidad en nuestro tumultuoso siglo.

Es que pareciera que nos tienen a todos demasiado ocupados y fascinados como espectadores pasivos de los vertiginosos eventos y hechos que a diario se suceden en todo el mundo, como forma de asegurarse que a nadie se le ocurra fijarse en otro lado, para identificar, ya no tanto los efectos y resultados impactantes de muchas decisiones y acciones encubiertas, sino los orígenes reales y concretos de las mismas. Para el éxito de este gigantesco fenómeno de acción psicológica colectiva - pues de eso se trata - los medios masivos de comunicación social cumplen un rol vital y esencial. Pues son ellos los instrumentos cuyo objetivo consiste en propiciar la anulación de la capacidad de pensamiento independiente y creativo entre los pueblos. Para ello, ahí están CNN, CBS, NBC, The New York Times, The Daily Telegraph, Le Figaró, The Economist, The Wall Street Journal, Corrieri della Sera, Le Monde, Washington Post, Time, Newsweek, US News & World Report, Business Week, RTVE, todos dirigidos por personeros del CFR y/o de sus organizaciones hermanas en otras naciones.

Implicancias para la Argentina -
Al tomar conciencia de esta realidad pareciera que el camino a seguir se torna cada vez más claro. Se trata de volver a aprender a pensar con el propio cerebro; de evaluar nuestros intereses; de ver el mundo desde nuestra óptica e idiosincrasia. No es necesario "inventar la rueda": si el modelo metodológico de organización, planeamiento y gerenciamiento político, económico, financiero y social ha dado al mundo anglo-sajón tan grandes logros, pues... ¡aprendamos de él!

¿Por qué no constituir en nuestro país un "banco de cerebros" que reúna a las mejores personas de nuestros diversos ámbitos para que trabajen en pos de la recuperación de la Argentina como nación auténticamente soberana e independiente; que pueda interactuar con las fuerzas públicas y privadas de las demás naciones y segmentos del planeta de manera coherente y consistente?
Ello implicaría empezar a comprender a la tan mentada globalizacion por lo que realmente es: un amplísimo conjunto de amenazas y oportunidades, que hemos de aprovechar y evitar según sea el caso. De entender de antemano y en cada rubro cuáles son las fuerzas y debilidades relativas con las que enfrentamos al resto del mundo. Ello nos conduciría a diagramar políticas coherentes según nuestros intereses. En verdad, ello implicaría comenzar a pensar la Argentina.
Buena parte de esta metodología la tenemos a mano y sólo se necesita de hombres y mujeres con ganas de utilizarla y desarrollarla. Pues no olvidemos que en política hay sólo dos clases de personas: las que hacen política y las que se conforman con meramente comentarla... En el Council on Foreign Relations se hace política. ¿No será hora de que en la Argentina empecemos a hacer lo mismo?

Adrian Salbuchi, Buenos Aires, Enero 2001 (www.asalbuchi.com.ar)

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